Una pandemia sin Historia

 


En muchas ocasiones, cuando surge un debate en torno a la importancia de conocer la Historia para aprender de ella, siempre hay alguien que dice “vale, pero ¿para qué quiero saber yo lo que pasó hace nosecuántos siglos?”. Esta frase, que todas y todos hemos escuchado alguna vez en nuestra vida no es más que el reflejo de nuestra sociedad.

Ya en 1991, cuando el llamado "socialismo real" se encontraba en sus últimos días sobre la tierra, ya se apuntaba que el pensamiento que venía a hegemonizar la ética del s. XXI era el utilitarismo, así lo veía el primer congreso iberoamericano de estudios utilitaristas celebrado por esas fechas en Galiza.

Tres décadas después, la realidad es que, aunque existen bastantes polos de resistencia a este pensamiento, el utilitarismo (una teoría ética que trata de diferenciar el bien del mal al enfocarse exclusivamente en los resultados de las acciones) es la base filosófica sobre la que se sustenta el pensamiento neoliberal occidental de nuestros días. 

Esto, llevado al campo de la enseñanza, provoca una clara diferenciación en el peso que se da en el currículo educativo a ciertas materias con respecto a otras. Y es que, aunque algunos lo nieguen, el reparto de horas de asignaturas es un acto puramente político. No es extraño que, ya desde principios de los años 80, las diferentes reformas educativas han ido restando valor a Historia, Filosofía, Geografía, etc. siguiendo la senda neoliberal marcada por la Unión Europea, primando aquellas materias "útiles" al sistema capitalista.

Pero entonces, ¿para qué sirve la historia?¿cuál es su "utilidad?. 

Bueno, para poner un ejemplo que creo que va a ser ilustrativo, vamos a irnos a diciembre del año 2019. En ese momento, lo que parecía un brote epidémico sin importancia en un mercado de marisco de una ciudad china (de la que poca gente había oido hablar jamás), se convirtió en una de las mas grandes pandemias sufridas por la humanidad en los últimos siglos. 

Uno de los factores que posibilitaron la rápida propagación del Covid-19 fue el desconocimiento que el mundo tenía sobre el virus en cuestión. No sabíamos cómo combatirlo, cuál era la vacuna, ni si su violencia podía variar dependiendo de factores climáticos. Se comenzó una carrera global por investigar la nueva enfermedad para intentar frenar su mortal expansión. 

Pero, al menos, si que conocíamos algunas cosas que podían ayudar. Sabíamos que el aislamiento ayudaba a frenar el contagio, que la primera medida sanitaria debía de partir de la misma ciudadanía. También teníamos herramientas útiles para poder investigar el virus y sacar una vacuna para combatirla.Ya contábamos con bastantes elementos de utilidad. 

Ahora vámonos al año 1347, cuando en Europa apareció otro brote contagioso (curiosamente, también originado en China) provocó la mayor epidemia que ha visto el mundo desde que hay escritos: la Peste Negra.

En este momento, la Medicina no constituía una ciencia diferenciada de la Filosofía (de hecho, todo era Filosofía, la Historia, la Pedagogía, la Biología, la Física, también era parte de la Filosofía). Esta no contaba con herramientas útiles físicas ni teóricas para hacer frente a la enfermedad. Sus bases especulativas se fundamentaba en la Teoría Hipocrática de los Humores, y la gran mayoría de población (rural) no había visto un médico de verdad en su vida. 

En base a esta teoría, el médico debía actuar para reequilibrar los diferentes humores del enfermo a base de aumentar o rebajar el nivel de alguno de estos 4 elementos. El tratamiento más típico hasta el s. XVIII fue la flebotomía o sangrado. Y es que, estos sanitarios se basaban más en lo que decían las pocas fuentes griegas que habían llegado a esa época más que en el método de ensayo-error. 

El desconocimiento era tal, que corrían teorías sobre el origen astrológico de la enfermedad como la de que "la confluencia de los planetas superiores (Saturno, Júpiter y Marte) el 20 de marzo de 1345 en el signo de Acuario, había originado emanaciones húmedas y perjudiciales, que provocaba la circulación de aire corrupto o contaminado" (aunque bueno, hoy en día siguen existiendo flipados que no han salido de este s. XIV).



Por su parte, para la Iglesia, la peste era un castigo divino por los pecados de los hombres (argumento que se repitió hasta bien entrado el s. XIX). El remedio en base a esta teoría religiosa pasaba por la autopenitencia para ganar el perdón de Dios. Y, ¿qué mejor manera de demostrar el arrepentimiento por los pecados que quedar con más gente para darse latigazos?


Tras esta epidemia de peste vinieron otras pestilencias (y contagios de cólera, viruela, etc), no tan mortales pero igualmente catastróficas. Pero la investigación sobre la lucha más eficaz contra estas enfermedades fue avanzando gracias a la experiencia acumulada y a la existencia de escritos y estudios históricos. 

Ahora, ¿nos imaginamos cómo habría sido la pandemia del Covid-19 si no hubiera existido la Historia?.


Comentarios

  1. Me parece super interesante este entrada. Además destaca el principal objetivo general de las Humanidades y Ciencias Sociales y pese a que se les resta valor, que hubiera pasado si no hubiera documentado todo lo que se tiene de épocas pasadas y la forma que la ciudadanía afrontó todas esas situaciones (en este caso pandemias). No habría ningún experimento ya previamente documentado en el que basarse actualmente para afrontar los hechos futuros.

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