Los locos años 2030
Como historiador apasionado por su trabajo, tiendo a huir de predicciones tanto como de hacer futuribles. Pero como se me ha propuesto hacer una entrada sobre cómo pienso que será la educación en 2030, pues me voy a saltar mi costumbre, o no del todo.
Para ello voy a irme la misma cantidad de años hacia atrás, con el objetivo de buscar en el pasado posibles pistas que hablen del futuro.
En 2014, yo estaba en la recta final de mi época como estudiante de Historia en la Universidad de Córdoba. En aquel momento, España se encontraba en la cresta de una movilización social que había surgido 3 años antes con la irrupción del 15M. En clase, las nuevas tecnologías aún no se habían implementado, lo más tecnológico que había era el proyector y un ordenador.
Ni siquiera las nubes y las plataformas corporativas de las universidades (Campus Virtual) se utilizaban con frecuencia (más allá de servir como tablón donde colgar las notas). La media de edad del profesorado tampoco es que ayudase mucho a integrar estas herramientas tecnológicas, muchos profesores no encendían ni el proyector.
Por otro lado, la gran mayoría del alumnado seguíamos cogiendo apuntes de la manera tradicional, papel y boli. El formato de estudio era el de toda la vida, el tocho de folios reimpreso por enésima vez.
Con este repaso vemos que la tecnología ha modificado la manera de enseñar, pero tampoco ha sido como uno de esos videos futuristas de los años 50 en los que parecía que en 2010 íbamos a ir por la vida en coches voladores haciendo viajes interplanetarios como el que va de vacaciones a Torrelavega.
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