Hablemos de discapacidad

Muy buenas!

Hoy vengo a hablar de discapacidad, más concretamente de mi relación con el mundo de la discapacidad, un colectivo (por suerte) cada vez más visible gracias a organizaciones como la que voy a mencionar. Pero antes, vamos a ver un poco sobre qué es la discapacidad y que tipos existen. 

Según la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de la ONU en su declaración del 13 de diciembre de 2006, "las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás".

La Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF), aprobada en el año 2001 por la OMS, existen cuatro tipos de discapacidades: 

  • Discapacidad física o motora: aquella que reduce la capacidad de movimiento de las personas.
  • Discapacidad sensorial: que hace referencia a las personas que han perdido su capacidad visual o auditiva o a quienes presentan problemas para comunicarse o para utilizar el lenguaje.
  • Discapacidad intelectual: es aquella que provoca que las personas presenten una serie de limitaciones a la hora de adquirir las habilidades diarias que sirven para responder a distintas situaciones en la vida, para comprenderlas y para comunicarse con los demás.
  • Discapacidad psíquica: se relaciona con el comportamiento del individuo o con alteraciones de tipo emocional o cognitivo.

Bueno, pues mi relación con el mundo de la discapacidad comienza en enero de este año 2022, por medio de varios amigos, me ofrecieron trabajar para la organización cordobesa FEPAMIC como capataz para un grupo de recogida de la naranja urbana en Córdoba capital.

 

Aunque yo no tengo ninguna discapacidad, buscaban personas con formación en Sistemas de Información Geográfica (SIG), y como es una de las materias en las que estoy formado por mi vinculación con el mundo de la arqueología, pues me contrataron. 

Sin experiencia ninguna en el trabajo con personas con discapacidad, fui aprendiendo sobre la marcha a organizar a un grupo de 30 trabajadoras/es con diferentes tipos de limitaciones. Poco a poco, me fui adaptando al equipo y este a mí.


Entre las muchas cosas que me enseñó este trabajo, me quedo con la enorme capacidad que tiene una persona con discapacidad para compensar su o sus limitaciones desarrollando otras aptitudes. Y por otro lado, su gran sentido de la integración. Al ser un colectivo que ha estado durante mucho tiempo marginado del mercado laboral, tiene una gran facilidad para hacerte sentir uno más del grupo.

Tras esta primera experiencia, unos meses más tarde, volví a acudir a FEPAMIC para hacer las prácticas de un curso de monitor de ocio y tiempo libre en una de sus cuatro Unidades de Estancia Diurna que tiene por la provincia cordobesa. He de decir que ha sido una de las experiencias más bonitas y con las que más he aprendido en mi vida. 

De ella, me quedaría sobre todo de la interacción con las personas con discapacidad intelectual, pues me enseñaron mucho sobre la manera de comunicar del ser humano y el mundo de la comunicación no verbal.

 

Por otro lado, aprendí a no infantilizar a ciertas personas por su discapacidad, algo muy común en nuestra sociedad y que es un problema a la hora de tratar con gente con limitaciones intelectuales. 



Comentarios

  1. Me quedo con esa última reflexión. Hay mucha manía en ejercer una infantilización en muchos ámbitos y sobre personas (incluyo a muchos alumnos aquí también) que conversando un poco con ellas ves claramente una mentalidad adulta. Creo que en muchos casos hay condescendencia o superioridad moral...

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