Mariana y su Libro Blanco
En el año 2015, el gobierno del Partido Popular con M. Rajoy a la cabeza encargó, a través del Ministro de Educación, Cultura y Deporte en aquel momento, Íñigo Méndez de Vigo, la redacción de un documento base que sirviese de referencia a la hora de proponer reformar las leyes educativas. Para ello, se pidió al filósofo y pedagogo José Antonio Marina, la redacción de un libro blanco sobre la profesión docente y suentorno escolar, con el objetivo de hacer propuestas centradas en el papel del profesorado una nueva orientación de la educación en España.
Si hacemos un poco de memoria, en el momento en el que se redacta España estaba cerrando una de las legislaturas más conflictivas en torno al sector educativo desde mediados de los años ochenta. Desde 2012, la gestión del ministro José Ignacio Wert estuvo marcada por los recortes que trajeron consigo (además del despido de miles de docentes y el aumento de la ratio escolar) consigo la primera huelga en todos los niveles educativos de nuestro país.
Unos meses antes de la publicación del Libro Blanco, dimitía Wert y daba paso a Méndez de Vigo, el cual, intentaría a la desesperada en lo que quedaba de legislatura, maquillar la mala gestión de su antecesor mediante la enésima búsqueda de un Pacto Educativo que estabilizase de una vez por todas el modelo educativo español.
En ese sentido, el Libro Blanco propuesto por Mariana venía a respaldar este acuerdo, pero fallaba (en mi opinión) en un punto clave: es complicado querer un pacto amplio y hacer una propuesta circunscrita a un reducido grupo de autores.
Pero centrándonos en el documento, uno de los enfoques más polémicos del mismo fue la propuesta (séptima) de crear un MIR educativo que aumentaría el proceso de formación en tres años más (como si no fuese ya difícil acceder al actual modelo de Máster y estudio de oposiciones) y supondría un filtro bastante grande para muchas personas que no podían permitírselo (porque Marina no hablaban en ningún momento de que este MIR fuese a ser gratuito, claro está).
En este sentido, otra de las propuestas (la novena) decía lo siguiente:
Los Centros Superiores de Formación del profesorado, deberían encargarse de la formación inicial y de la formación continua de los docentes, parte de la cual tendría que impartirse en los propios Centros educativos, para fomentar la formación conjunta de todo el claustro. Asumirían, pues, las funciones de los actuales Centros de Formación del Profesorado. También consideramos importante que se ocupen de ayudar a la puesta en marcha de Proyectos Transformadores de Centro, de acuerdo con lo que explicamos en la tercera parte de este estudio. Se debería buscar la colaboración con entidades de reconocido prestigio tanto públicas como privadas, españolas y extranjeras, para mejorar la formación a todos los niveles.
Proponemos que se introduzca un número de horas obligatorio de formación presencial. En los países de gran nivel educativo pueden llegar a 100 horas anuales. También se debería fomentar la formación de alta calidad mediante estancias en el extranjero, y favorecer la investigación a partir de la práctica docente, facilitando la elaboración de tesis doctorales a partir de experiencias de aula.
Esta propuesta se derivaba de uno de los apartados en los que se hablaba del papel de los Centros Superiores de Formación del profesorado, según el cual, estos debían de asumir la tarea de impartir el máster de iniciación al Docente en Prácticas (el MIR educativo) y la formación continua del profesorado.
Si bien, la medida no está mal, en cuanto a que una formación continua en la que la o el docente adquiera de forma periódica nuevas herramientas para hacer más útil su tarea. Esta sería de muy complicada aplicación si observamos la realidad del trabajo educativo. ¿De dónde se van a sacar 100 horas anuales de formación cuando en muchos sitios existe una sobrecarga de horario lectivo sobre la o el profesional?. Posiblemente, este problema se podría solucionar mediante la contratación de más docentes que aliviasen esta carga a las/os que ya están, pero intuyo que el espíritu de la propuesta de Mariana no va por esos derroteros.
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