Rural nada más...

 


Sepan quantos estas letras vieren que a mí llaman Cristóbal Borrallo, hijo de Cristóbal Borrallo y de Rafaela Gómez, humildes labradores naturales de la villa de Doña Mencía, en el antiguo reino de Córdoba. Nací un día de navidad del año del señor de 1990, dando algo de disgusto a mis padres pues no son días para nacer.

Quiso la fortuna que creciese en un pueblo que, sin ser grande ni chico, me enseñó lo mejor de la vida rural. Algo que, sin duda, me ha hecho ser como soy: alguien apegado a la tierra que le vio nacer, tranquilo y que gusta más de oír que de hablar.

Creo que, mi pasión por la Historia nació del contacto directo y cotidiano con los restos del pasado (pues nuestra zona de juego era una vieja torre medieval en ruinas) del que disfruté durante mi infancia y adolescencia, y de las conversaciones que en las noches de verano mantenía con mi abuelo en la puerta de un cortijo.

 

Torreón de la Plata
Torre de la Plata

 

Por otro lado, siempre he tenido una gran necesidad de conocer el mundo que me rodea. Y ya desde muy joven, mi mayor afición era tirarme al monte a descubrir sitios nuevos para poder luego investigar sobre ellos. Para lo cual, siempre me ha parecido una buena opción, el acudir a mis viejos paisanos como una de las mayores fuentes de conocimiento que existen en nuestra sociedad.

Todo esto, me ha llevado a ser una mezcla entre Hobsbwan (en lo teórico) y Labordeta (en lo práctico).

Llegado el momento, cursé la licenciatura de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba, lo que supuso tener que aprender a manejarme en una ciudad que, sin ser tampoco ni pequeña ni grande, me sirvió para ampliar mi conocimiento vital e intelectual.

Tras 5 años de estudio, me licencié en Historia, inclinándome sobre todo en el tema social en la Época Moderna.

Tras un periodo de desintoxicación urbanita en el que, huyendo del mundanal ruido (como diría fray Luis de León), volví a recuperar el amor por la naturaleza y la vida rural que me ofrece la extraordinaria Subbética cordobesa.

Tiempo después, volví a la ciudad califal para hacer un máster en Gestión del Patrimonio desde el Municipio pues, toda esta experiencia de la que estoy hablando, me ha convertido en una persona con gran sensibilidad patrimonial.

Una vez cerrada (de momento) mi vida académica, me dediqué a multitud de trabajos más o menos relacionados con mi formación, pero en ningún momento abandoné mi vocación investigadora. La cual, me llevó a verme cada vez con más frecuencia ante personas con las que poder divulgar mis conocimientos.

Supongo que habrá sido por haberle cogido el gusto a esto último, el que me acabase planteando buscar un futuro laboral de este modo. Y para eso he venido yo aquí, recorriendo un camino de 587,6 km para hacer ese máster y, de paso, empaparme de la cultura vallisoletana.



Comentarios

  1. Qué ilusión me hace encontrar a gente que haya estudiado Historia. Cuando tuve que elegir qué estudiar, estaba entre Filosofía e Historia. Al final me decanté por Filosofía, pero qué importante creo que es que la historia se estudie con la filosofía, que la filosofía se estudie con la historia y que ambas sean el punto de partida de todo estudio.

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