La educación andaluza

 -Aquí los chavales empiezan a trabajar a los siete años –comenta mi vecino.

-¿No van a la escuela?

-Los padres no les dejan, y a su modo, tienen razón. El hambre les espabila más aprisa.


Esta conversación que mantuvo a finales de la década de los 50 del pasado siglo Juan Goytisolo con un paisano de Los Escullos se refleja el panorama en el que se encontraba la educación andaluza durante la dictadura franquista. 

 

Labores agrícolas. Doña Mencía, años 50.


Por suerte, esta Andalucía marcada por el hambre, el analfabetismo y la pobreza, poco tienen que ver con la actualidad. Bastantes investigaciones acreditan la mejora en las estadísticas educativas que esta Comunidad Autónoma ha experimentado en las últimas cuatro décadas.

Aún así, la realidad que muestran los diferentes los estudios e informes (el más utilizado para valorar la calidad educativa es el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos - Informe PISA- de la OCDE) es que Andalucía está aún por detrás de la media española en la mayoría de parámetros utilizados para cotejar los resultados de los mismos.

Para hacerme una pequeña idea de cuales pueden ser las causas de estos datos, he decidido contraponer dos puntos de vista (uno progresista y otro conservador) sobre el mismo tema. De esta manera, quiero recuperar la sana costumbre (cada vez más en desuso en la era de la saturación de información) de contrastar opiniones para sacar conclusiones.

Desde el ámbito más izquierdista, he optado por un artículo de opinión aparecido en El diario de la educación (medio digital de la Fundación Periodismo Plural) el 16 de junio de este mismo año. Su autor es Fernando Trujillo y se titula “Andalucía: un sistema educativo a la espera de despegue”.

Por otro lado, desde parte conservadora, he utilizado otro artículo del 11 de noviembre de 2018 (la fecha no es inocente, como ya veremos más abajo) del ABC titulado “Las razones del suspenso general de Andalucía en las estadísticas educativas” escrito por su redactor jefe en Sevilla Juan José Borrero.


En los dos textos solo encontramos una coincidencia: el bajo gasto educativo de la Comunidad por habitante.

Si bien, el ABC incide en la repercusión que este factor tiene sobre todo en la existencia de  una falta de equidad en los resultados (demasiados estudiantes de bajo rendimiento y demasiados pocos estudiantes de alto rendimiento), no tarda en quitar hierro al asunto señalando que este registro “tampoco es fundamental por cuanto el sistema educativo del País Vasco, uno de los que realiza mayor gasto por alumno, no obtiene resultados proporcionales a ese esfuerzo inversor” (algo que, por otro lado, no se corresponde con la realidad, como muestra la siguiente gráfica).




Por su parte, para Trujillo, la escasa financiación por alumno en Andalucía está en la base de los malos resultados obtenidos por los mismos y de las malas estadísticas de este sistema educativo. Para él, con más financiación se puede contratar a más profesorado que permita la bajada de ratio y, por tanto, una educación más personalizada.

De hecho, en el último año varios sindicatos docentes (USTEA, ANPE, CCOO, UGT y CGT) en unión a las distintas fuerzas de izquierdas (PSOE, Unidas Podemos, Adelante Andalucía, Andaluces Levantaos y Nación Andaluza), han llevado a cabo una movilización reivindicando la bajada general de la ratio en todos los niveles educativos.

El aumento de financiación también significarían, para Trujillo, la mejora en otros aspectos como la digitalización, la adecuación y climatización de espacios, la calidad de las actividades extraescolares, etc.

A parte de este punto, las demás razones aportadas por uno y otro lado están basadas en planteamientos económicos y sociales muy distintos.

Mientras que el ABC culpa a los profesores (a los que achaca una falta de motivación), a los problemas de gestión (en el que la falta de planificación y el despilfarro parecen ser la tónica predominante) y a los hogares (los cuales invierten poco en gasto educativo), el autor progresista señala las carencias en el sistema andaluz, como la falta de apoyo al alumnado con necesidades específicas, de la educación social y de integración en una Comunidad con grandes problemas de desigualdad y en la poca oferta pública de enseñanza profesional (en contraste con la privada).

Como dije antes, la fecha elegida con el artículo de ABC no es nada casual. En noviembre de 2018, Andalucía estaba a las puertas de una campaña electoral en la que, tras 36 años de gobierno del PSOE, el PP (con apoyo de Cs y Vox) llegaba al poder. 


Esto lo señalo por dos cuestiones. La primera es que el ABC también habla en su artículo de la “politización” del sistema educativo andaluz como otro de los factores que influía en los malos resultados de la educación. Según este medio, el hecho de que la educación andaluza dependiese de una serie de cargos nombrados a dedo, mermaba la calidad. Curiosamente, Trujillo señala que en esta legislatura, el PP no solo ha heredado y mantenido a la mayor parte de la administración educativa del periodo anterior, sino que ha tenido una política continuista con el mismo (avanzando solo en un sentido privatizador y de apoyo a la educación concertada).

La segunda cuestión es que, a día de hoy, el mensaje de ABC con respecto a la situación de la enseñanza a cambiado mucho. El optimismo parece haber llegado a la redacción de este periódico conservador cuando señala que “El fracaso escolar en Andalucía cae a su punto más bajo desde que hay registros”. Desde luego, es digno de analizar este cambio.


Comentarios

  1. Hola Cristóbal! Me parece una reflexión muy interesante, pero ¿tú qué harías para mejorar la educación en tu tierra?

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    1. En mi tierra creo (no yo, sino muchas organizaciones educativas también lo creen) que hay un problema de financiación. La masificación en muchas zonas urbanas desfavorecidas contrasta con la gran cantidad de plazas en otras zonas más acomodadas. Y la base de todo esto está en la poca calidad educativa que pueden ofrecer algunos centros humildes con mucho alumnado y pocos recursos.

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  2. Muy buena la reflexión. ¿No crees que hay una falta de motivación en los jóvenes por la falta de salidas laborales o la precariedad del trabajo en Andalucía?

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    1. Es un tema fundamental, Andalucía necesita un cambio de modelo económico, menos centrado en el turismo y los servicios y más en sectores que ofrezcan oportunidades a sus estudiantes.

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  3. Hola Cristóbal, me ha parecido muy completa la recopilación de información sobre la situación de la educación en Andalucía. Me gustaría preguntarte cómo crees que puede influir la alta natalidad de Andalucía, comparada con otras comunidades, con los recursos económicos destinados a la educación. Lo digo porque me me parece curioso que las comunidades con menor natalidad (Galicia y Castilla y León) son las que mejores resultados obtienen en el informe PISA mientras que las comunidades con mayor natalidad (Andalucía, Extremadura) reciben peores resultado.

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